Miezucos ilustres

Fray Bartolomé

El Dominico Fray Bartolomé de Ledesma, que nació en Mieza, fue uno de los Teólogos más relevantes del siglo XVI, discípulo del gran Francisco de Vitoria (Catedrático de la Universidad de Salamanca, principal inspirador del Derecho de Gentes y creador de la famosa Escuela de Salamanca).

No se sabe exactamente la fecha de nacimiento, pero la mayoría de los historiadores la sitúan hacia 1524. Hizo profesión como Dominico en el Convento de San Esteban de Salamanca el 19 de Marzo de 1543, estudió posteriormente Teología en la Universidad de Salamanca.

En 1551 se marcha a Nueva España, en América, y allí fue Catedrático de Teología en las Universidades de Méjico, Lima y Panamá y posteriormente, durante los últimos 22 años de vida (desde 1582 a 1604) ocupó el Obispado de Oaxaca, la Antigua Antequera de Méjico, donde murió el 3 de Marzo de 1604.

Fue, asimismo, un excepcional benefactor de Mieza donde creó una Pía Memoria para casar huérfanas y una Capellanía para atender a clérigos pobres.

Sobre la figura de este universal personaje se ha editado recientemente una monografía patrocinada por Caja Duero y con la inestimable ayuda y colaboración de los Dominicos del Convento de San Esteban.

Precisamente, los documentos que se transcriben han sido obtenidos, tanto en el Archivo de los Dominicos como en el Archivo Histórico Provincial de Salamanca.

El primero se refiere a las anotaciones realizadas en la Historia Analística de San Esteban, de 1604, sobre Fray Bartolomé de Ledesma donde queda suficientemente probado que nació en Mieza.

El segundo se refiere a reclamaciones judiciales de algunos vecinos de Mieza, del año 1699, para acreditar el parentesco con el Padre Ledesma y así poder ser incluidos como beneficiarios de la Pía Memoria que fundó en Mieza, si cayeren en peor fortuna.

El pleno del Ayuntamiento de Mieza, en sesión celebrada el día 1 de febrero de 2oo8, aprobó en su punto 3º, dedicar una calle al Padre Fermín de Mieza, en homenaje a nuestro querido sacerdote de la Orden Fraciscano-Capuchina, natural de este pueblo.

Escritor, publicista y poeta que a lo largo de sus 50 años de periodismo ha dado a conocer en sus artículos y poemas la historia, las costumbres y las bellezas de nuestra tierra.

El Padre Fermín de Mieza aceptó oficialmente la calle el día 8 de septiembre, fiesta de la Virgen del Árbol, con un discurso de agradecimiento, ante el pueblo congregado en la
Iglesia y realizó, en un bellísimo poema un canto al campesino de Mieza.

Trasmitimos a continuación el discurso y el poema:

DISCURSO DE AGRADECIMIENTO DEL PADRE FERMÍN DE MIEZA AL PUEBLO Y AL AYUNTAMIENTO.

Queridos paisanos:

Los que pertenecemos a una misma patria, aunque sea la "patria chica", nos reunimos por instinto, nos congratulamos al vernos y cuando estamos fuera nos alegramos al encontrar a alguien que es de la misma tierra... y a la hora de hablar, como escribe el poeta Gabriel y Galán, hablamos:

.........de la pobre aldeita
la limpia casita blanca,
la cuna y la paz sencilla" del pueblo. Dicen que
siempre llevamos dentro "el rumor dela cuna". Aún cuando el universo
ha perdido horizontes y aspiramos a llamarnos "ciudadanos del mundo",

volvemos, al menos sentimentalmente, allí donde la naturaleza y la providencia nos hizo nacer.

Jesús, cuenta el Evangelio, volvía con frecuencia a su tierra, a Nazaret, a visitar el taller de su padre.., los israelitas no querían cantar en tierra extranjera. Sí aún fuera de nuestra región, de nuestro pueblo, debemos amar, sentir y gozar aquello que ha configurado los primeros pasos de nuestra vida y que nos ha dado una manera de ver las cosas, un carácter, y unos modos propios. Y esto es una virtud.

Somos miezucos y debemos animar todo aquello que favorezca el recuerdo sano de lo nuestro, lo aliente y lo renueve. Nuestro poeta salmantino lo dice con regusto familiar:

      "Y no hay deleites humanos
      ni más grandes, ni más sanos,
      que estos que son mi ideal:
      pan de trigo candela,
      comida y paz entre hermanos".

He tenido la suerte de viajar por casi todo el mundo, he tratado con gentes de todas las razas y culturas, he contemplado paisajes impresionantes, ríos y cielos lejanísimos, edificaciones sorprendentes, torres e iglesias ...

He rezado en iglesias y mezquitas, en el desierto y en las habitaciones de los hoteles. He tenido que probar el arte culinario de cien pueblos..., pero siembre necesariamente volvía, al paisaje de mi pueblo, al río, a la iglesia, al cielo, a la casita que me vio nacer, a las sopas de ajo de la abuela. A los paseos por el pueblo, a mi padre campesino hasta los dieciséis año que me enseñó a distinguir entre la magarza y la manzanilla, entre el canto del jilguero y del pardillo, la cereza y la guinda.

He estado mucho tiempo fuera del pueblo, y periódicamente he regresado a vosotros. Y tengo que deciros que quien vuelve es porque nunca se ha ido.Y he tenido la oportunidad, por mi profesión de periodista, de dar a conocer el nombre de Mieza, las sencillas costumbres nuestras: nuestros romances, nuestras fiestas, las bellezas paisajísticas de nuestro pueblo, los dichos y canciones..., la fe de las gentes, la inquebrantable fortaleza de los viejos campesinos.

Por eso a la hora de agradecer la distinción inmerecida de dedicarme una calle, quiero cantar en un poema al hombre de la tierra, al campesino del borriquito y la carga de aceituna, al que durante muchos años subió y bajó los "Reventones", al que ha sido y sigue siendo ,en el recuerdo de todos, el alma viva del pueblo.

Mucho ha cambiado nuestro pueblo. Ojalá que jamás echemos en el olvido la sencilla y austera historia de quienes nos precedieron, y que pisaron estos caminos y vivieron bajo este cielo... ¡los cielos y los caminos que todavía siguen siendo nuestros, porque los amamos!.

TU ERES LA PIEDRA (Al campesino de Mieza)

      Bendigo aquel camino donde canta
      el mirlo y la oropéndola,
      y aquel otro en sig-zag,
      herido de zarzales,
      que baja hasta bañarse al río Duero
      y a dejar en el agua su cansancio.

      Ellos tienen tu historia, los caminos....,
      tu historia y no la mía.
      Ellos hablan de quienes
      sus desgastadas piedras escucharon
      el canto y la fatiga,
      de aquellos que tuvieron
      ventana abierta al campo y la distancia.

      El polvo no es el mismo..., sí el sudor
      que dio sabia al almendro
      y fortaleza al tronco del olivo.
      Los caminos los mismos.
      En ellos quedó escrita, con pisadas,
      la vida de quien solo
      ha sido campesino.

      ¡Tan poco y tanto, que en sudor se honra!

      Nadie pondrá la azada ni la hoz
      junto al cetro y libro, pero sí
      tienen su puesto junto al pan y el vino.
      El trigal y el viñedo
      alimentaron siempre la esperanza.

      Queden las manos finas para el rito
      del saludo fingido.
      Las tuyas no, esforzado campesino,
      que al saludar, rugosas, aprisionan
      la verdad que ellas dan, sin más palabras.

      Dicen que nadie nace
      con el camino de su vida hecho.
      Tuya es la tierra, tuya,
      centinela de surcos.
      Yo lo voy escuchando en la memoria
      de aquel recodo, me lo dice a gritos
      el liquen verdinegro dela cruz,
      camino de tu huerto.

      ¡Ay, viejo enamorado del terruño,
      tu patria chica y pueblo....,
      que al marchar te llevaste
      la altura de los cielos en los ojos.

      Has dejado sembrada, inamovible,
      la piedra del lindero,
      tan firme como tú. Voy por los mismos
      caminos que tú hiciste,
      por la calles del pueblo...,
      yo, un hijo rezagado
      de tu inmensa aventura, yo un poeta.

      No crecerán mis sueños
      ni durará mi canto, como el árbol
      que tú plantaste, y me regala sombra.
      Desafiaste el tiempo.
      El árbol es tu sangre, lo es la piedra
      que cerca tu heredad...

      Tus aperos ya objeto de museo.
      ¡Pero tú permaneces,
      y el pueblo se mantiene por la fuerza,
      sin tiempo, de tus brazos...!

      El poeta no es nadie.
      Tú eres la piedra, el polvo,
      El alma, el pueblo, la raíz, el árbol,
      yo solo la palabra, el aire, el verso.
      Otra cosa no sé, solo cantar.

      Ríen las madrugadas sobre Mieza.
      Tú no estás, pero estás. Y a ti te canto,
      porque surgir te veo de la tierra
      por todos los caminos. Voy contigo.

      Alguien viene detrás. Yo le diría
      que acuñe tu recuerdo
      como se acuña el oro.
      La tierra que gozamos y vivimos
      tiene la piel del padre y abuelo.
      Y aquellos que dimitan,
      dimiten, sin saberlo, de sí mismos.

(Fermín de Mieza)

      ¡Toda la historia familiar, el pueblo,
      está en el hierro de la vieja azada
      colgado en la pared!

Santiago Hernández Milanés

Obispo de Mérida Maracaibo (Venezuela).

Otro ilustre personaje fue D. Santiago Hernández Milanés, religioso de la Orden Franciscana, que nació en Mieza el 28 de Febrero de 1755 y ocupó el Obispado de Mérida (Venezuela) desde 1801 hasta su muerte, el 26 de Marzo de 1812.

Tuvo que enfrentarse a los precursores de la Independencia de Venezuela, como Francisco de Miranda, y una de sus mayores preocupaciones fue la educación en un mundo nuevo como el americano en aquellos tiempos tan difíciles.

Contribuyó decisivamente al inicio de las obras de construcción, en 1805, de la catedral de Mérida Maracaibo, siguiendo los planos de la catedral de Toledo (España).

Murió víctima de un terremoto en 1812. Como recuerdo del Obispo Hernández Milanés, se conserva en la Parroquia de Mieza un cáliz de plata enviado por él desde Indias.

Ayuntamiento de Mieza
Plaza Constitución 18-19. 37254 Mieza (Salamanca)

Contacto

Teléfono: 923 52 34 87 | Fax: 923 52 34 87
Correo electrónico: aytodemieza@gmail.com